domingo, 9 de julio de 2017

Lo malo de la comida que te traen a casa...

Es obvio para cualquier Chilango que viva en una colonia centrica, de clase media/alta y que no tenga pendientes ... que Uber Eats está tomando la ciudad. Incluso aunque no vivan en una colonia de esas, solo cuando recorran la ciudad verán las calles llenas de estas mochilotas enormes grandes.


Y perdón si piensan que le estoy haciendo publicidad gratuita a Uber Eats (lean más adelante, que no va a ser publicidad tan linda). Ya existían otras mochilotas, las de Rappi. Pero nunca fueron tan abundantes ni tan omnipresentes (el Eats parece que trabaja todo el día, no paras de verlos).

No es nada nuevo. Una de las cosas que más me sorprendió cuando llegué a Ciudad de México es la variedad de comida para entregar en casa. En Vigo hay apenas pizzas, algo de fastfood, algún sitio de carne, los típicos chinos, kebabs y tal ... pero nad que me pareciese tan interesante. En México algunos restaurantes medios decentes (y todas los horribles de cadena y tal) ofrecían el servicio de entrega. Pero el problema es que funcionaba muy mal el sistema. Tenías que tener una batería de números de teléfono, nunca sabías (y eso que pedías que te avisasen) cuando iban a llegar, y siempre tenías que tener efectivo (con cambio) (aunque algunos ofrecían tarjeta).

Las apps de comida parecían buena cosa, al menos te solucionaban alguno de estos problemas: no tienes que llamar por teléfono, puedes ver por donde está tu envío, y no tienes que tener dinero para pagar (pero si una tarjeta).

Pero el tema importante es ¿y la comida?

Como ya tenía una cuenta de Uber, pues se me dio por instalarme la de Eats y mirar que había. Me sorprendió encontrar algunos restaurancitos que conozco (y no son de cadenas) en los que sabía que la comida tenía sazón. Los precios son caros (no incluyo lo del envío: conozco el precio cuando vas a comer al lugar y no son los mismos precios de la app). Pero vamos a hacer el experimento.

El servicio funciona bien (como he dicho no me parece económico) pero la comida empeora mucho comparado con ir a comerlo al lugar. ¡Pero mucho!

El problema es que cualquier comida caliente, si la metes en un envoltorio cerrado, aunque llegue en 30 minutos queda mal. Las tortas se ponen chiclosas, y en general, el relleno se sale por los lados. Los tacos, sudan todos y llegan mal servidos, con toda carne y la verdura esparcida por todos lados. Los cortes ya ni se me ocurre pedirlos, prefiero perdir la carne y asarmela en casa. 

La verdad hay pocas comidas que piense que puedan funcionar bien en este sistema de entrega:
  • Los arroces asiáticos y curries indios (si es que hubiera alguien que ofreciese eso en Ciudad de México, porque es la comida peor representada en la ciudad) creo que si funcionarían bien. Porque el curry es un guiso, y el arroz, si está bien suelto, aguanta bien el viaje, y se recalienta de manera aceptable.
  • ¡¡Los tacos de canasta!! (Es que ya son sudados por naturaleza 😉) 
  • Mariscos crudos como un ceviche o un aguachile (aunque el aguachile, en esos 30 minutos de viaje se cocería de más). 
  • Para los tacos creo que la solución es que se enviasen la carne, las verduras y las tortillas por separado, y que uno se las calentase en un comal (si las calientas en el Microwave, a mi me parece que van a quedar mal). 
  • Tamales: los tamales son perfectos para viajar. Aunque que no se tarden mucho, porque luego ya se enfrían mucho (pero se calientan bien).  
  • Ensaladas ... la ensalada no tiene problema en tardarse. El problema es que para mi encargar una ensalada no tiene mucho sentido (me la hago yo en casa más fácil).
En resumen, la comida a domicilio te sirve si eres un huevon y no quieres salirte a comer algo recien hecho. O si te gusta la comida charrata o de franquicia, porque esa comida, como total es recalentada, aguanta bien nuevos recalentados. Pero es terrible el concepto del Uber Eats, que intenta ofrecer restaurantes con comida más o menos sabrosa, pero que en el viaje se vuelve terrible. Al final es mejor encargar la peor comida posible (y la más barata) y engullir cualquier porquería.

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