Nueva York es una ciudad apasionante. Hay tantas cosas para ver, tantos sitios que visitar, está tan lleno de vida que da igual el tiempo que pases allí porque nunca será suficiente. Y claro, al final comer se convierte en algo totalmente secundario, en un perrito de camino al Metropolitan o una parada de diez minutos en un McDonald's... no por nada el concepto de "fast-food" es tan típicamente americano.
Sin embargo en todo hay clases, y en Nueva York hay un buen número de locales famosos por su comida rápida desde hace más de cien años. Como no se puede estar a todo (museos, barrios, compras, comer...) al final sólo pudimos visitar dos de ellos: PJ Clarke's y Lombardi's.
PJ Clarke'sLa página web del PJ Clarke's ofrece las siguientes indicaciones para llegar:
Jump into a Taxi and say, "take me to P.J. Clarke's." If the driver asks you for directions, jump into another cab. Sí, este sitio es un clásico: un pequeño edificio enterrado entre los rascacielos del West Midtown en cuyas mesas han comido Frank Sinatra o Jackie Kennedy.
El sitio está siempre lleno y casi seguro que si vais a mediodía tendréis que esperar un rato para comer. Sin embargo, la cocina está abierta todo el día así que el plan perfecto es acercarse algo más tarde (sobre las 15:00, por ejemplo) y pedir una Cadillac Burguer. Deliciosas, hechas con carne de primera, tan tiernas que no haría falta masticarlas... una de las mejores hamburguesas que he probado en mi vida.
Como recomendación os diría que, para redondear la experiencia neoyorquina, acompañaseis la hamburguesa con una
Brooklyn Lager, una cerveza elaborada en una pequeña fábrica creada en Brooklyn a finales de los años 80 que se ha hecho bastante famosa en la ciudad.
Lombardi'sCreada en 1905, Lombardi's presume de ser la primera pizzería de Nueva York. Escondida entre las calles de Little Italy, es un sitio un poco difícil de encontrar durante el día pero inconfundible de noche por la enorme cola que se forma en su puerta.
En general, la experiencia de comer en Lombardi's no es buena. El trato de los camareros es deficiente, posiblemente por la gran cantidad de gente que tienen que atender pero es una pequeña decepción en una ciudad donde la atención al cliente suele ser exquisita. Las mesas están tan cerca unas de otras que roza lo incómodo, y desde que ordenamos nuestra pizza (tomate, ricotta, espinacas y salchicha) hasta que nos la sirvieron pasaría una hora larga.
Aunque la verdad es que no habíamos entrado con buen pie en Lombardi's, todo hubiese quedado en nada si su famosa pizza en horno de carbón fuese, como la propia web de Lombardi's proclama,
"Best on the Planet". Sin embargo el producto que ofrecen es de lo más normal: la masa tenía un sabor muy anodino, la textura de la salchicha era bastante acartonada y la ricotta tenía un sabor tan potente que enmascaraba todos los demás ingredientes. Un sitio, para mí, recomendable como curiosidad pero no desde un punto de vista gastronómico.
Ah, y otra recomendación para los más previsores: cuando estuvimos allí de vacaciones teníamos previsto ir a cenar al
Peter Luger, un famosísimo restaurante que encabeza todas las listas de steakhouses en Nueva York que pudimos encontrar. Nos acercamos hasta su local en Brooklyn y mientras tomábamos unas cervezas comentábamos que las paredes estaban llenas de premios y distinciones "Best Steakhouse" de todas las guías y páginas web imaginables. Cuando fuimos a preguntar si tenían alguna mesa libre, nos comentaron que estaba todo reservado... durante los próximos tres meses. El sitio tenía una pinta brutal, así que no digáis que no estáis avisados: os toca ir y contarlo.