miércoles, 31 de marzo de 2010

Una curiosidad: la miel al gusto francés

¿Qué parece esto?



Podría ser manteca, nata, helado o incluso un bote de carne conservada en grasa. ¿No? Pero resulta que esta cosa blanca y cremosa es miel. Sí, ni lo parece ni se adecua a la definición de miel que encontramos en el DRAE, pero sabe a miel y en el bote viene escrito que procede de abejas así que tiene que serlo. Lo que le pasa a esta miel es que está adecuada al gusto francés.

En Francia se puede encontrar miel líquida (aunque si liquida no suele ser de origen francés) pero lo que más les gusta este tipo de miel más sólida (se lleva mucho lo de tartiner o, dicho en cristiano, untar el pan). En España, generalmente, la miel cristalizada nos supone un problema y acudimos al baño maría sin más. En Francia, en cambio, han sabido apreciar las ventajas de la miel cristalizada: es más fácil de envasar (un bote de papel nos sirve) y más fácil de distribuir (no pringa). Claro que la miel cristalizada suele estar tan dura y apelmazada que estas ventajas no hay manera de disfrutarlas. He aquí donde aparece el aquel de la cocina francesa y la miel cristalizada se convierte en miel cremada.


La miel cremada se consigue triturando la miel cristalizada de manera mecánica o controlando la cristalización como es el caso del bote de la foto, donde se anuncia una cristalización controlada en alta montaña (los Alpes) para lograr una textura sin igual (cosas de la mercadotecnia). El resultado es una miel con textura suave y compacta fácil de untar y de repartir con una cuchara. El sabor cambia un poco, se vuelve más suave, como sucede con la mantequilla o cualquier otro producto batido, pero sigue sabiendo a miel y si la amasas un poco se vuelve más líquida.

Si te la encuentras por ahí, no te asustes ni corras a por agua hirviendo, pruébala que está muy buena (¡y con mantequilla salada aún más!).

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