No parece la historia más original que uno pueda contar: estábamos en Segovia e intentábamos tomar cochinillo. Pero tendreis que admitir que no es demasiado normal que estuviesemos pateando la ciudad buscando un Restaurante Alaska. Nombre 'propiamente castellano'. Pero teníamos una buena pista (segovian connection): nos habían dado el soplo de que se tomaba un cochinillo de miedo. Por desgracia parecía que el secreto estaba muy bien guardado porque nadie parecía conocer semejante restaurante. Así perdimos un buen par de horas, pero si descubrimos que existe. Lo encontramos por cerca de la Calle Carretas. La pena es que el esfuerzo no mereció la pena: por enfermedad esos días el restaurante estaba cerrado. Una verdadera pena, porque prometía ser un sitio muy fascinante: un asador muy pequeñito, en el que unos pocos comensales podían disfrutar de un cochinillo al punto de un muy veterano cocinero al horno. Realmente me gustaría que el asador siga abierto y que se hayan solucionado los problemas que había aquel día.
Era ya tarde, estabamos cansados, así que entramos a comer en un restaurante que había cerca: Restaurante Maracaibo. Tampoco me hubiera me hubiera esperado yo nada especial de este sitio. No por el nombre (despues el exotismo de Alasca, este nombre hasta parecía normal), si no porque desde fuera creimos que era más bien una cafetería. Pero nada de cafetería, era un restaurante, y de esos de mantel impoluto, salón amplio (y un sudor frío nos recorrió la espalda: tampoco parecia barato).
Pero fue todo un acierto: nos metimos unos impresionantes judiones de la Granja y un delicadísimo cochinillo (del que quedó foto para la posteridad). Y no nos salió tan caro como hubieramos imaginado. Encantados quedamos.
Ya casi me había olvidado yo de aquella memorable (y azarosa tarde) cuando hoy he leido en El Mundo a Fernando Lázaro hablando de Maracaibo-Casa Silvano, que lo califica de "una de las referencias culinarias más interesantes de Castilla y León".
Tengo que admitir que cuando nosotros llegamos tarde y hambrientos, pedimos directamente cochinillo y judiones sin abrir la carta. Si hubiesemos mirado la carta, podríamos llevar una buena sorpresa. Aparte de cocina tradicional, el restaurante se atreve con preparaciones más innovadoras y sofisticadas. (Fernando Lázaro queda especialmente contento con la menestra de setas con huevo foie y trufa fresca, o el pulpo braseado con puré de patatas, o las pechugas sangrantes con crema de maiz o el tataki de ciervo). De hecho recibe una muy buena puntuación del crítico gastronómico.
Así que con recomendación doble, ya teneis una dirección interesante si os acercais por Segovia.
1 comentario:
Se queres ver locais con nomes curiosos, Cuntis é a túa Vila. Agora so lembro o Chelsea e o Iowa (así, como soan), onde fai un tempo estivemos tomando unhas cervexas, e ós que terei que voltar para comentar a fondo no meu blog.
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