Es curioso que apenas he tenido la posibilidad de probar un hígado de oca que no fuese foie gras. Como el foie gras se considera una delicatessen, es bastante habitual el tomarlo (en ocasiones especiales, o cuando se intenta dar lujo a la comida). Pero resulta que en Hungría, desde hace 9 años tienen prohibido cebar a las ocas para producir foie gras.
Gracias a esto, he tenido la oportunidad de un momento memorable. El plato era un hígado en salsa de Tokaj, con un ravioli de requesón. Excelente. Lo maravilloso que tiene el hígado de oca al natural es que tiene una textura suave y cremosa (el foie gras es mucho más denso y compacto). Es una textura muy agradable a la boca, y el sabor es suave y ligero.
Estoy por sugerir que se siga extendiendo la prohibición de cebar a las ocas, y que más restaurantes se animen a hacer platos con el otro hígado. Yayo Daporta sí nos preparó este higado en la I Xantanza. Pero no me gustó tanto la textura. A Yayo le quedó un poquitín blandito de más. El que he probado en Hungría era de impresión.
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