Recuerdo una campaña turística del "Concello" que decía: Vigo sabe a mar. A mi, me sabe a muchas cosas más.
Hoy he recordado uno de los muchos sabores de Vigo, el bocadillo de jamón asado que ponen en “Mesón del Jamón”, zona de Vinos. Uno no piensa encontrarse con las mismas mesas, la misma carta, la misma cara tras la barra, el mismo sabor; la única diferencia era el pan, pues no tenían bollas. Hace por lo menos, 7 años que no pasaba por allí, ver que aquello no cambió me hizo sentir que yo tampoco lo había hecho. O tal vez sea como el póster del Celta, que va cambiando cada año con la nueva plantilla, pero las camisetas siguen teniendo el color del cielo, la publicidad de Citroën y el mismo escudo.
Allí al lado, otro recuerdo; “O ovo”. Un serán de estes tendré que pasar a recordar otro sabor, el del huevo cocido con pimentón espolvoreado y licor de pasas venido de Málaga en los bidones que todavía siguen almacenando al lado de la ventana. Con suerte, seguirá sonando la misma cinta, aquella de los éxitos del 94, con el Saturday Night de "Whigfield" en el mismo radio-casette auto-reversible. Y yo tendré que pedir perdón por haberme olvidado, otro día más, la cinta que les prometí.
También tengo pendiente ir a “Lareca” en busca de mi bocadillo favorito, el de panceta, queso y huevo frito; en su defecto, buscaré la hamburguesa con bacon de “Rin-Ran”, la primera cosa que comí de cafetería (como dice mi madre).
Es mejor no desaprovechar la más mínima ocasión de saborear Vigo mientras uno puede, porque algunos sabores, se van perdiendo, como la empanadilla de mejillones que vendían en “La maravillosa”, una panadería que ya cerró, porque Vigo sabe mucho más que a mar.
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