lunes, 26 de noviembre de 2007

Esos curiosos dulces Tailandeses

Los Tailandeses siempre se quedaban sin postre. Y no porque fuesen malos. Todo lo contrario, si siempre se desvivían por ser muy simpáticos y encantador. No, sencillamente no tenían la tradición de tomar algo dulce al final de la comida. Y no estoy yo muy en desacuerdo con perder ese hábito. Porque aparte de por glotonería, no tengo muy claro para que sirve meterse un pelotazo de calorías al final de la comida...

Bueno, no es que los Tailandeses no fueran golosos. Les encantaba lo dulce, pero nada de tomarlo con las comidas. A ellos lo que les gustaba era comerlos a cualquier momento del día. Por tanto, por la calle había numerosas ocasiones de comprar dulces.


Algunos no eran muy diferentes de nuestros pasteles. Tal vez un poco más llamativos, y con una pasión especial por el merengue.

No solo "un poco más" llamativos, si no que exageradamente llamativos. Este ejemplo de cerditos con piscina y algo más es bastante recargado.


Otro pastel muy típico (al menos nos lo encontramos muchas veces) eran estas obleas con merengue y ralladura de coco coloreada.

Era bastante curiosa su preparación. En una plancha caliente y engrasada ponían pequeñas lenguas de una masa (bastante más densa que las de una crepe) y luego cubrían con un poco de merengue, y las notas de color era ralladura de coco con algo de color (y también aroma, porque cada color sabía un poco diferente).

Y después el toque para que quedasen con el aspecto final era doblarlos antes de salir, con lo que tomaban esta forma de pequeñas alpargatas.


Y para los que no les gusta el coco: aún más coco. Estas bolitas eran bolitas de azúcar. Y lo que está atrás, en el barreño, de color blanco, era leche de coco hirviento. El postre era la leche de coco caliente con las bolitas de azúcar. No se hasta que punto os parecerá delicioso...

Esta era otra combinación extraña de caliente y gelatinoso. En este caso lo blanquecino no es leche de coco: es leche de soja. Se les añadía a veces algún colorante, y luego se dejaban flotar en ellos todo tipo de figuras gelatinosas.

Como podéis ver en la foto, estas sopas dulces (es que llamarlos chucherías se hace un poco extraño) se vendían en bolsitas de plástico. Las bolitas con leche de coco también se metían luego en una bolsa de plástico. No es que sea ya el recipiente más conveniente que se me pueda ocurrir, pero es que teniendo en cuenta que el líquido estaba hirviendo, hacía doloroso el transportarlo, y nada fácil el consumirlo luego.

Otra de las cuestionables aficiones de los asiáticos. No, no me refiero al batido de los vasos rojos. Esas son nuestras bien conocidas fresas. Que aunque son mucho más exóticas para los Tailandeses (las frutas tropicales son exóticas para notroso, y para ellos son los frutos de climas templados).

Lo que si que ya es mucho más extraño es lo que está en el vaso negruzco. Eso es una hierba negra, que les encanta en Asia para tomar como gelatina de hierba. En este caso es la hierba sóla, para preparar un granizado.

Realmente esta hierba me parece una de las aficiones culinarias más cuestionables de esta parte del mundo: tiene un aspecto desagradable, un olor nada apetecible, y un sabor francamente extraño. Se supone que la planta es pariente de la menta, pero no se, el sabor para nada me ha recordado a la menta.


Estos pastelazos (no eran nada pequeños) estaban bien rellenos de miel, con lo que si no les envolvían con celofán como en este caso, te encontrabas con todas las avispas del vecindario visitando el puesto. Acompañadas por muchos Tai, porque les gustaban un rato.


En el norte de Tailandia descubrí uno de los postres más fascinantes de todos. Tal vez por su preparación. Y no era complicada especialmente. Sólo hacia falta una olla grande con agua hirviendo, y una pieza de muselina atada encima. Con esto se creaba una vaporera muy especial.
Luego se le vertía un chorro de leche de coco (a lo mejor con algo más, pero es que era bastante complicado comunicarse con los Tailandeses y no fui capaz de llegar al detalle de esto) formando un círculo como si fuese una filloa.

Pero no, no se iba a comer así. Conforme la emulsión comenzaba a solidificarse se cortaba en cruz, se le añadía un poco de azucar morena en el centro de cada cuarto y se enrollaban en forma de ravioli.

Sencillisimo y sofisticado al mismo tiempo, subtil y primitivo a la vez...


Esta vez en el sur de Tailandia, otra manera alternativa de cocinar con la leche de coco. En este caso, se trabaja con una plancha con pequeños huecos. La leche de coco se añade a cucharones y se van formando charquitos en cada uno de los huecos. Y (sorpresa curiosa para un postre) se rellenaba cada charquito con granos de maiz dulce.

Se deja un rato mientras se va tostando la parte exterior, pero la parte interna (en donde flotan los granos de maiz) se mantiene aún cremosa. Entonces se sacan de la plancha y se van poniendo las semiesferas para vender. Se venden por docenas, siempre a pares, porque para comerlas tenías que tomar las dos intentando que se formase una esfera.

Un sabor curioso pero muy adictivo. Eso sí, tenía su arte porque el interior era demasiado fluido y escurría al intentar comerlo de pie.

La verdad habría que escribir bastante por lo complicada de comer que era toda la comida de los mercadillos. Se ve que los Tailandeses tienen una habilidad especial de la que yo carezco para comer de pie en bolsas de plástico, o pequeños pasteles ardiendo o comida que se te escurre...


Otra tradición repostrera del sur de Tailandia eran los pastelitos para acompañar el café. Teniendo en cuenta que por allá son más dados al desayuno salado (sopas o arroz), los musulmanes que desayunaban un café y unos pastelillos de estos eran lo más parecido al desayuno español.

El desayuno consistía en pedir un café o un té y luego ir eligiendo alguno de los pasteles para ver que tal estaba. O bien eran de arroz (como el que está desenvuelto en la foto), o (otra vez) de leche de coco cuajada. A mi me gustaron bastante más los de arroz. La leche de coco que si bien esta bastante buena caliente, una fría ya no me gustaba mucho. (Aparte no me gustan demasiado la comida gelatinosa).


Pero la gran tradición del sur de Tailandia es el roti. En realidad parece que más bien es una influencia de Malaisia, pero ya solo de lo popular que es en toda Tailandia supongo que ya es un plato nacional como el que más. En este caso me refiero al roti como postre:

Como en el caso de esta foto, normalmente las mujeres que preparaban y vendían roti solian llevar chador, con lo que deduzco que es un plato típico de los musulmanes Tailandeses. El plato consistía en un pan plano (no era una filloa, si no que la masa tenía consistencia de pan) que se extendía en una plancha aceitada.

Una de las versiones clásicas (y de las favoritas de los turistas) era la rellena de banana. Consistía en un roti bastante grande que se rellenaba de platano cortado en laminas.

Y que se cerraba en forma cuadrada.


Otra versión alternativa aún más curiosa era esta que vi en el centro del país. La masa era de color verdoso. Según explicaba la cocinera, el color era porque era un roti de banana, pero puede que me lo explicase mal, porque a lo mejor se refería al relleno.

En cualquier caso, como en el roti tradicional, se le daba forma cuadrada también.

Pero la forma tradicional de preparar los roti era hacerlos más pequeños y no doblarlos antes de servirlos.

Si sois observadores os habréis fijado que en todas las fotos en las que se prepara el roti siempre hay a mano una lata abierta. Volved a revisar las fotos y os daréis cuenta.

Porque el roti dulce siempre se sirve con leche condensada:

Leche condensada como la que tomamos en España: azucarada.

De hecho comparten una afición con muchos españoles: el café bombón. Pues resulta que normalmente a los Tailandeses les gusta tomar tanto el café como el té mezclados con leche condensada. Si no te explicas bien, la verdad es que es lo que te van a dar.

Y para terminar este pequeño recorrido, que mejor que una imagen de un chico preparando café al estilo Tailandés. No me preguntéis porque es necesaria tanta aireación, pero lo cierto es que se pasó bien 5 minutos pasando continuamente el café de unas jaras a las otras. Total, no se para qué: porque el café sabía horrible. No se que especia le mezclan pero toma un sabor extrañísimo.

3 comentarios:

matematicas paladar y fogones dijo...

Bueno, bueno...
¿y despues de tanta información, que hacemos?
¿como resistir hasta que por fin podamos irnos a Tailandia?
Se me hace la boca agua, al leerlo, me lo imagino todo, como si realmente estuviese paseando por esas calles,
Me vas a crear una adicción mayor hacie ese país, de la que ya tengo.
Pero siguenos contando.
Me encanta,
Espero tu "siguiente episodio"
Miles de gracias
Elena

RosaMaría dijo...

Fantástico el recorrido. Yo me encontraría a mis anchas pues las preparaciones con coco me chiflan.
Respecto a la quinoa (por eso te conozco, por tu comentario)encontrarás información en google de argentina.
Te adelanto, que lava varias veces, antes de hervirla, y se usa como la sémola en sopas, para base de pizza haciéndola durita, como el cuscús, en fin admite muchas aplicaciones, pero lo esencial es dejarla reposar en la última agua limpia del enjuague antes de cocinarla. No tiene complicación y es muy, muy alimenticia. Saludos

Cristian dijo...

Me interesa tener la posibilidad de recorrer lugares mas lejanos y por sitios un tanto extraños para nuestra cultura. Por eso quisiera obtener con Outlet LAN la chance de llegar a esa región del sudeste Asiatico