Sobre la comida americana puede ser todo lo criticable que sea, pero aún así lo cierto es tiene sus platos típicos. Yo intento ir probandolos, para al menos tener una idea de lo que es, aunque algunos en principio sean parezcan poco aconsejables. Y así, aunque me he prometido reducir mi consumo de grasa y colesterol, hoy salí de casa con la intención de probar uno de los bocadillos clásicos de Chicago: el italian beef. En principio es fácil encontrar cualquier sitio donde comerlo, pero yo no encontré ningún sitio que me pareciese que pudiesen hacerlo bien. En cambio me encontré con este sitio:
Tenía un aspecto realmente cutre, y eso para mi quiere decir: tienen que hacer buenos bocadillos. ( Supongo que en esto soy muy especial, cualquier otro evitaría como la peste un sitio así. Pero yo estoy harto de las franquicias que inundan EEUU y que hacen que todo sepa igual, que el pan y los ingredientes ya vengan preparados. Para probar un sucedaneo, ya paso incluso de probarlo.) Y no tenían Italian Beef, si no que tenían Philly Steak. Pero bueno, tambien es otro bocadillo típico de EEUU. Y estos tenían que saber hacerlo porque eran de Philadelfia ( tenían el local empapelado de fotos de jugadores de los Philly's... lo cual tiene su miga, teniendo en cuenta que estabamos a 300 metros del estadio de los Chicago Cubs). El bar ya merecía la pena, porque estaba lleno de carteles burlones y los camareros eran unos guasones. Lo que yo os digo... ¡hay que ir a los locales cutres y auténtitos!
Aquí está el Philly Steak. ¿ Que tal aspecto le veis ? (Bueno, ahora comprendereis el sacrificio que supone el investigar cosas). El bocadillo consiste en carne de buey asada cortada en lonchas muy finitas, cebolla guisada y queso, todo metido dentro de media barra de pan, y horneado. (Pan americano, que es de consistencia de los bollos de los perritos calientes). Supongo que en la foto se ve que es realmente grande, es díficil ser capaz de comer uno entero sólo (no me fijé si se vendía a mitades, pero seguramente no me hubiera atrevido, que el camarero parecía bastante quisquilloso). Es uno de los bocadillos más pringosos que recuerdo haber probado en la vida ( y eso que en México había tomado uno al que rociaban por encima con sopa). De hecho he estado todo el día con las manos oliendo a cebolla. Y supongo que no solo las manos me huelen. Otro efecto secundario del bocadillo es que repite muchísimo. En resumen: toda una bomba, para estómagos fuertes y hambres atroces.
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